A Jiricek Kolecek
Uno es su muchedumbre de arroyuelos
en esa inundación incontenible
que desde oscuros cielos milenarios
tormentosa nos llueve.
Uno es su muchedumbre de arroyuelos.
Mas hay un raro dique en la garganta.
Uno balbuce hablar para romperlo
en palpitantes astros y gemidos.
Pero qué puede hacer una voz sola.
Nos suena tan celestemente vaga,
tan de lejana tierra,
como si la robara una ansia ajena
que se nos lleva nuestros propios sueños.
Uno es su muchedumbre de arroyuelos
con ese extraño dique en la garganta.
A veces, lo sentimos tan hermano
que se nos hacen claros los sollozos.
Comprendemos el llanto.
Fabian Dobles
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