Es otra noche de esas, típica mediterránea,
cálida y fresca, lúcida y misteriosa.
Una noche de esas que acompañan
a regalarse al absorto pensar...
sobre la hierba, bajo un arbolito,
en la búsqueda de nuestra estrella fugaz.
Es de esas noches que se te olvida
quién eres, de dónde procedes, qué pretendes, a dónde vas.
Una noche de frugalidad, de frescor en los poros de la piel.
Noche de sueños perfectos, de un no retorno.
Una noche de esas, que tras un paseo
por la vieja senda del bosque,
por la vieja senda del bosque,
te adentraste sin saber muy bien porqué,
por la vereda más oscura de tus pensamientos.
Es otra noche de esas, que tras despuntar el alba,
la luz nos hace ver las cosas con más claridad.