'Jo no sé com però un vent de profecia
corre sobre eixos móns d'aci i d'allà;
Jo no sé quan, però vindrà un día
que el Pirineu regnarà!
Vosaltres els del mar cap a Baiona,
vosaltres els de Pau i d'Argelers,
vosaltres de Tolosa i de Narbona
i los del bell parlar provenÇalés;
i tu, Aragó més alt, i tu, Navarra,
oh catalans que a l'altre mar sou junts,
alceu els ulls al mur que ara ens separa;
s'acosta el día que serem tots un...'
Joan Maragall. Glosa
A los de la unidad indivisible de la patria hispánica quería deciros lo que obviáis por puro instinto. Me gustaría señalar las obsoletas verdades que engranan vuestros discursos, los mentideros políticos que os arengan en la unidad y la grandeza de la patria, y que hablan y hablan con la boca llena de democracias estériles, de estados de derecho mercantiles, y de libertades custodiadas en la beneficencia, también sobre el poble català, que ha dicho basta en vuestras narices.
Medios comunicativos de tendencias de opinión, que nos manejáis con arrulladoras repeticiones, con corporativismo casposo, y sin matiz alguno de información, reescribiendo el discurso del amo. ¿Cómo os atrevéis a desmentir lo inimaginable? Sin necesidad de ser observador internacional para certificar lo que se vivió en Catalunya, no sólo en los días del 1 a 0, ni del 3 a 0, en que estabais impávidos viviendo una noticia que no podíais contar. Así que resolvisteis, en vuestro maniqueísmo pelayita, desmontar la información y enrollarla en vuestro oscuro sentido de la comunicación, para escupirla diferente, trasvasada a vuestros planteamientos, tóxica y falsa.
Yo ví colegios protegidos por gentes de todas las edades para que se pudiese ir a votar mientras llegaban las alimañas policiales a un territorio hermanado y cohesionado como nunca hubieseis dispuesto. Catalanas y catalanes, todos a una, abarrotaron los espacios para protegerse del ultraje estatal, y aguantaron allí todo el día, aguantaron vuestras provocaciones, vuestra brutalidad policial, vuestras imposiciones y hasta vuestra violencia sobre sus paisanos sin levantar una piedra, sin que ardiese la llama de la lucha callejera que tanto deseabais. Sin distintivos, sin resquicios, por Catalunya.
Mientras andaba esta periferia histórica buscando valientes en la comunidad internacional, con estupor veíanse éstos involucrados en la vulneración de los derechos humanos, bajo la imposición militar de mando, y policial de facto. Salivabais todos viendo en los televisores la sangre de los sediciosos, a ritmo del Todo por la patria con ilegales pelotazos de goma. El referéndum no se celebró, aunque las urnas venían llenas y la gente votaba cuantas veces quería. La vaga de país, o huelga general, tampoco tuvo seguimiento o, sencillamente no tuvo ninguna repercusión salvo en el imaginario de la autodeterminación. Nada existió, pero se llenaron páginas y espacios, de mentiras. Creo que sólo hubo un muerto y un herido, nada de importancia.
Los escenarios y los tiempos eran controlados por los sediciosos soberanistas catalanes, mientras el gobierno central seguía dando palos, esta vez de ciego. Me gustaría aclarar en este momento, que no fue el monarca quién habló a sus súbditos, sino que fue el poble català quien ofreció al interlocutor del Reino de España que dijese sus últimas palabras referidas a un territorio republicano que le había perdido el miedo, y así de paso, medir fuerzas. El Felip, con atuendo militar sin calzarlo, arengó a sus masas con miedo, sabiendo que sin existir, esto del referéndum ya esta dando la vuelta al mundo, con la papeleta de la sangre.
Luego vinieron las multitudinarias manifestaciones de la fuerza española, todo dentro de la cronología prevista por los catalanes, más afinados en esto de la pulcritud y la decencia, hasta desembocar en el 10 a 0, en que ya, como fuerzas batiéndose en duelo, con los pringosos hilos de la política como secreto de estado, con medidas que salvaguardan los intereses de las oligarquias financieras por Decreto Ley, se llegó a la fórmula de la proclamación de la República Catalana y a su suspensión en aras de un dialogo que parece que no llega.
Más multitud españolista, y el 12 a 0, se aviene como una jornada negra, pues a las críticas de día fastuoso, propagandístico, se le añade lo de mucho más caro. Ahora, al desfile, a la campaña publicitaria, y a todo lo que lo rodea, hay que sumar los gastos de un aparato eurofighter estrellado, y lo que es peor, una víctima mortal en un día festivo y reivindicativo. ¿Orgullosos de ser españoles?
Señor Rajoy, usted sabe mucho de sortear la ley. En esta apuesta por la desobediencia civil no violenta, se está construyendo una nueva vía política de cambio, que ha usado fórmulas nunca antes desarrolladas y que, por ese camino de la desobediencia civil no violenta el poble català seguirá viviendo Catalunya, trabajando pese a las trabas viperinas de la ley, recuperando el montante catalan y abierto al mundo como hasta ahora. No queremos que se vayan ustedes, nos vamos nosotros.