sábado, 23 de julio de 2016

La noche de la nutria


Sobota, Cisarska Louka
N50º3'21'' E14º24'49''

Me he enterado esta tarde de la noticia. En cuanto he acabado de leer el mensaje, se ha puesto a llover torrencialmente, como si tuviese que inundarse la tierra de pena. Pasaba el rato en el rio Vatlava, frente a las riberas del castillo de Vyserahd. En cuanto me he sobrepuesto, rememorando tu imagen, he corrido a por el ramo de trigo que te tenía que llevar. Lo he tirado al río, pues era para ti. Lo he seguido hasta un precioso recodo fluvial, escondido bajo un impresionante sauce llorón. Allí estaban, esperando escondidas tras los zarzales, unas escalinatas de piedra mojada rodeadas de apabullantes ortigas.




Al otro lado, el tronco del sauce se erguía desde la tierra negra, majestuoso, con una pequeña raíz que asomaba al aire en forma de corazón. A sus pies, un bote de cristal, unas lágrimas y la melodía de 'rien de rien' a la que ponía letra entre sollozos. La velita anunciaba nuestra década, desde que el día de Iruña de 2006 nos conocimos en tu Málaga natal, en tu rambla de la luz. Con la vela puse las tres únicas espigas arribadas a la orilla, un huevo roto de ánade silvestre que se encontraba allí y mis mejores recuerdos.


La tormenta atraía a la nutria a su rincón de descanso. Los dos nos sorprendimos tras casi tocarnos, hasta asustarnos. La bruma empezaba a cerrarse sobre las negras aguas. Dormitaba entre dulces melodías y fuegos de artificios cuando la nutria vuelve sobre sus pasos y desaparece nuevamente. No sé cuando fue. Yo miraba hacia el agua, pensativo. Se apagó la luz y me giré para ver tu figura incandescente. Volví la vista hacia el agua y te vi caminar apresurado hacia el hades. Tus tintineantes pasos formaban ondas expansivas hacia las tinieblas, y gravitaban sin mirar atrás.



Volvía a llover y el cancerbero hacía su guardia. Tú ya te habías marchado. La bruma se balanceaba sobre las aguas. La luna no se veía, pero estaba contigo. En la isla de la Pradera Imperial, hacía noche de contrabando.

Nedele, Cisarska Louka
N50º3'21'' E14º24'49''

Cuando amaneció, el contraste con la noche era evidente. Ahora paseaban por las escalinatas cuatro crías de pato, jugueteando y corriendo a dos patas sobre el agua como si fuesen a despegar. Los ánades adultos engullían algas y pececillos mientras las crías imitaban sus movimientos, siguiéndoles allá donde fuesen.


Los roedores habían separado avidamente las espigas de sus tallos, y allá en el musgo se habían apoderado de esas valiosas semillas, desconocidas en las riberas del Vlatlava. Quedó el salvado con una impecable forma de espiga, pero extrañamente vacío. 

El graznido de una urraca que se disponía a usar el bebedero me hizo contemplar el cielo, casi despejado y que lucía un sol alumbrador. Las musarañas se asomaban y al verme correteaban hacia la maleza. Toda la vida representada en tu instante. El salto de una ranita al agua, el aleteo de la carpa, los alevines de pececillo en grupos de expedición por la orilla. La abeja que trabaja en la polinización con asombrosa habilidad. El viento que mece, las hojas que caen. Los frutos de la zarzamora insinuando sus rellenos alvéolos. Y otra vez la luz. 


Bajé de nuevo por la linde del río en busca de más espigas perdidas, y encontré una que debiste descuidar en tu marcha. Apenas llevabas de comer... La recogí y la puse en el mausoleo con el objeto de que volvieses a buscarla cuando te hiciese falta. Incorporé un nuevo tronco en forma de calavera de cachalote al grupo. Ha quedado más barroco de lo que imaginaba. Otra vez el contraste, tú tan simple, yo tan complejo. Siempre juntos, y yo tan lejos.


Nedele, Cisarska Louka
N50º3'21'' E14º24'49''

Cualquier día que merodees por las áridas tierras de Los Verdiales, asómate a esa fantástica atalaya natural que forma el chaparro centenario que se yergue frente a La Kasilla. Desde allí, desde donde contemplabas el lucero del pan antes del amanecer, cuando tu madre te llamaba para amasar:
- Paquillo, levanta...; quizás veas una tenue y temblorosa luz a orillas del río. Bajo la protectora bóveda del sauce llorón, donde anidan las torcaces y se aparean en raquíticos corazones las libélulas; allí encontrarás toda la luz que refleja mi corazón, toda la luz que tu me ofreciste.


Ninguna contradicción es inútil, ni siquiera las nuestras. Y el remanso de paz es tan mullido que entran ganas de soñar con fantasías cuyos códigos sólo conocemos nosotros. Sólo tu y yo sabemos, que el día que nos encontramos y nos palpamos como si fuésemos invidentes, no solo aleteaban las mariposas, sino que los planetas se alineaban y las estrellas se conjuraban a cada paso de tus manos, a cada tacto de mis dedos, como poseídas por el ir y venir del universo sobre nuestros cuerpos. Fue una pura conexión de auras. Fue en La Luz, a las puertas de tu casa. Siempre la luz. Las amistades más puras me surgen siempre de inciertos encuentros, y se establecen por una complicidad compartida, por la magia del instante.

'A cada paso que doy, un sombrero llama mi atención...
Ojalá fueses tú quién guiases su rumbo...'



Te agarré un 7 de julio de 2006 y me soltaste un 23 de julio de 2016...
más de una década de ratos compartidos. 
Momentos que no quiero olvidar.

En Cisarka Louka, la isla de la Pradera Imperial existe un rincón para el recuerdo.