miércoles, 28 de junio de 2017

La Pelusilla Morente se va a Cuenca

'La vida te dé salud y gozo,
y casa con corral y pozo'


Sale de su casa rezumando fragancias frescas, y como empapado en esencias florales luce su mejor pijama para la ocasión. Una fulgurante pieza de terciopelo rosa que se enfunda desde la cabeza a modo de capucha cornuda y que de una pieza cubre el cuerpo de una manera ajustada y ligera hasta la cola punzante.

Luce el uniforme de bicornio rosado para celebrar el día de la dignidad queer. Todo el mundo le mira asombrado como de esa manera elegante contornea sus curvas camino a la estación de ferrocarriles. Antes, dedica unas miradas a los muertos del cementerio, como recordándoles, mientras prosigue su rítmico caminar hacia el futuro cercano, el más incierto de todos los futuros.

En el único bolsillo que esconde a modo de canguro el pijama, guarda sus reliquias. Una octavilla política, un sobre con algo en su interior y una foto de un muchacho de cara aniñada y sonrisa de adolescente. La octavilla dice así:

'Aquí estoy en mi plasticidad social, en plasticidad con mi naturaleza sexual, humana y compleja, en la que el sexo no se entiende en términos morales, sino en términos de erotismo y aprendizaje.

La identidad sexual está mitificada, yo no soy ni hetero, ni homo, ni bi, ni trans. Esa es una identidad ficticia y limitante, pues las personas son mucho más diversas que las categorías y otras filias. En todo caso, lo que debe calificarse son los actos, fantasías o deseos puntuales, y no las personas que desean, fantasean o participan.

Yo sigo siendo raro porque no entiendo la diversidad sexual sin su componente político y es por ello, que no quiero participar en ese lobby TGBL clasista, que desde una posición elitista y consumista está obviando todo significado político. Siguen enmarcados en ese voluptuoso discurso heteronormativo por oposición y patriarcal por definición.

Firmado por L. Pelusilla Queer'

Luego hizo 1000 fotocopias de las que obtenía 2000 octavillas y tras dejar una en la copisteria donde le sonreían por la apariencia de demonio afable y depositar otra en el sobre, junto a una postal y la foto del muchacho, compro un sello de franqueo y salió rumbo a Cuenca a repartir las octavillas. 

Durante todo el camino hacia la estación e incluso durante el trayecto del ferrocarril estuvo auxiliando a la gente en sus esfuerzos por entender algo tan evidente pero que choca tanto en la cultura judeocristiana. Que el sexo no se entiende exclusivamente para procrear, y que las filias sexuales no son conductas o comportamientos desviados como aún sostienen muchas disciplinas de la mente y la conducta como la psiquiatría y la psicología, sino que de mutuo acuerdo y entendimiento las personas pueden explorar en su imaginación nuevas formas de placer, al igual que hacen en sus vidas cotidianas cuando inventan nuevas formas de convivencia o alternativas a la pareja sexual.

Cuando encontró un buzón de Correos de ese horrible color amarillo hizo un ademán de repugnancia por el evidente color nacional, y estiró el brazo hasta introducir aquel sobre en el camino a su destino. Luego respiró hondo como si se hubiese quitado un bello peso de encima y siguió contorneando su culo que rebosaba erotismo con ese color rosa aterciopelado, con una sonrisa en la cara y un pensamiento en su cabeza, conquistar al rudo campesinado conquense en busca de cualquier fantasia recurrente. 






martes, 6 de junio de 2017

Cementerio de Ciriego, Santander


La llegada al embarcadero fue un acontecimiento. A bordo de una barcaza con motor diésel llegamos a nuestro destino fúnebre. Las agujas del reloj proseguían su rítmico caminar cuando la proa se alineó a las dársenas.

Solo unas decenas de horas habían pasado desde aquel cruce de caminos. Ahora sospecho que nuestros pasos se cruzaron por otros motivos diferentes al itinerario. Un suspiro de cuatro días es coger mucho aire. El vino, los pintxos y un paseo por la ciudad quemada fueron suficiente para entroncar los pasos hacia la última morada de los hombres. Todo un mensaje ritual. Cada cual por sus motivos.


Juntos, como dos desconocidos cogidos de la mano frente al Monumento a la Libertad, monolito honorifico a hombres y mujeres que murieron en la conquista de la Libertad y por la Revolución Social. Allí donde el silencio grita, nosotros callamos. En mi mente la preocupación por los parientes de CNT-FAI que habían fusilado allí y que no estaban en las listas. Mientras, ella se relamía mirándome.

Contábamos nuestra despedida en fragmentos de espacio. El paseo nocturno por el Parque de La Marga resultó la despedida más racional. Luego me marché, aunque la que levó anclas fue ella.


A Nazareth, la marinera que me mostró el romanticismo de las Casas del Mar